Democratacristiano. Primeros años (1957 - 1964)
Esta etapa marca la definición íntima de Patricio Aylwin con su vocación profunda: la política, que considera un medio para construir un mundo más justo, más humano y más solidario. Aunque mantiene su oficina de abogado y continúa con sus actividades académicas, la mayor parte del tiempo la dedica a la vida partidista, ocupando sucesivamente los más altos cargos directivos desde los cuales lucha por consolidar al Partido, promover su ideario y consolidar un líder y un programa que los represente.
Tras el triunfo en las elecciones parlamentarias de marzo de 1957, la Falange Nacional y el Partido Social Cristiano se unieron dando origen al Partido Demócrata Cristiano que, con mayor pragmatismo político e inmerso en un ambiente de guerra fría, enfrentó a los partidos de derecha y de izquierda y fue preparando el camino para un futuro gobierno.
En 1959 Aylwin fue elegido Presidente Nacional del Partido Demócrata Cristiano, siendo reelecto en octubre de 1959. Durante este tiempo expuso y defendió la posición ideológica asumida por el Partido y se preocupó de la organización interna, así como de la situación del Departamento Sindical y del Departamento Técnico. También mostró un fuerte interés en los jóvenes democratacristianos y el rol cada vez más preponderante que estaban adquiriendo en las federaciones estudiantiles, y lideró una oposición responsable al gobierno de Jorge Alessandri.
A comienzos de 1961 Aylwin ya tenía en mente ser candidato a Senador por la 6ta Agrupación Provincial de Curicó, Talca, Linares y Maule. Trabajó intensamente en la campaña presidencial de Eduardo Frei Montalva, principalmente desde la séptima región, donde ya era un político reconocido y valorado.
Durante esta etapa, el pensamiento de Aylwin presenta una línea clara que es posible reconocer en sus discursos, declaraciones, artículos e intervenciones; todos comparten un mensaje común: la gran tarea de este siglo es la liberación del hombre.
Aylwin asume con convicción la defensa de un espacio propio para la Democracia Cristiana, diferente a las propuestas de una derecha conservadora, opositora a la implementación de reformas estructurales y distinto a las propuestas extremas de los partidos de izquierda, fuertemente influidos por la Revolución Cubana.